Kali Uchis en la portada de su disco 'Isolation'.

“Es el concierto más importante de mi vida”. Kali Uchis está en Bogotá sobre el escenario de Estéreo Picnic, uno de los festivales más grandes de música moderna en Latinoamérica. Es su debut en Colombia, el país de su familia y donde pasó su infancia. Canta 45 minutos y desaparece entre gritos de “¡Kali te amo!”. Más tarde Gorillaz la invitan a interpretar She’s My Collar, la canción del grupo de Damon Albarn en la que colabora. La artista de 24 años es la estrella de la noche.

“La gente está muy confundida. Me pregunta: ‘¿Cómo así, eres de dos lugares, de Colombia y Estados Unidos?’. Me siento parte de ambos. No importa dónde esté en el mundo, Colombia está en mi corazón. Mis canciones y mi estética están inspiradas en sus paisajes, su gente, su cultura y su magia”, me cuenta en el camerino del festival esa misma noche.

Aunque su idioma natural es el inglés, Kali insiste en hablar en español mientras está en Colombia. Es una de las artistas latinas con más proyección en la industria musical de Estados Unidos más allá de la etiqueta de ‘pop latino’. Forma parte de una generación de mujeres jóvenes colombianas que viven (o han vivido) en el extranjero como Lucrecia Dalt, Lido Pimienta, Ela Minus, Tei Shi, Juliana Ronderos (Salt Cathedral), Elsa y Elmar, Lao Ra, Alejandra Ortiz (Lulacruza) e Isa GT.

A ellas se suman otras propuestas con voz femenina desde Colombia que conforman un ‘girl power’ con distintas sonoridades y estilos: desde el pop de Pedrina y Rio, Lianna y Juanita Carvajal (Emilia) hasta el folclore caribeño cruzado con hip hop de La Perla, pasando por las baladas de Paula Arenas, los boleros indies de Pilar Cabrera y Lorena Jiménez, el sabor del Pacífico de Cynthia Montaño, la electrónica cósmica de Ságan y hasta llegar al techno de Magdalena Solo Project y Adriana López, considerada una de las mejores DJ del país.

Consciente de la influencia de esta escena, Kali Uchis no quiere perder sus raíces y reivindica siempre que puede ese legado. “Desde que empecé en la música represento a Colombia. Siento orgullo. En este momento la comunidad latina está mal por todo lo que está pasando en Estados Unidos con Donald Trump. Yo también estoy muy enojada, pero tenemos que ser fuertes y saber que esto se va a pasar”, dice.

Tiene un acento paisa muy sutil, el de la zona cafetera donde nació su familia. Karly Marina Loaiza (su papá la llama cariñosamente ‘Karluchis’ y de ahí salió su nombre artístico) nació en 1993 en Alexandria, una ciudad de Virginia a donde habían emigrado sus padres. Cuando ella tuvo la nacionalidad estadounidense, regresaron a Colombia. Vivieron en Pereira hasta que la violencia en los 90 los obligó de nuevo a salir del país. “Yo era una niña, no fue mi decisión marcharnos”, recuerda.

En Virginia empezó a interesarse por el arte. “Empecé solita, no sabía cómo cantar ni escribir ni cómo hacer música. Pasaba las horas con mi computador probando cosas en el dormitorio. Necesitaba hacer algo creativo”, dice Kali. Ahí aprendió el espíritu DIY: desde entonces produce sus canciones, escribe las letras, elige su estética y graba los vídeos.
“Me gusta lo viejo, las cosas de los años 60 y lo experimental”, dice. Cuando hablamos viste una falda rosa con volantes y un top a juego, lleva unos pendientes gigantes de oro con su nombre (“Kali” cuelga del lóbulo izquierdo, “Uchis” del otro lado), el pelo cardado y los ojos y labios muy perfilados.

Al productor estadounidense Diplo le llamó la atención el videoclip de What They Say con el que se dio a conocer en 2013 y le preguntó quién la había ayudado a grabarlo. “Lo hice yo sola, son mis ideas. La ropa que llevo en el vídeo es lo que visto normalmente”, le contestó. También Snoop Dogg se fijó en ella cuando salió su primera mixtape Drunken Bubble en 2012 y quedó fascinado por su estética “entre una princesa de la calle y un personaje de anime”.

La colombo-estadounidense explica que ha tenido que luchar mucho para llegar a donde está por culpa del machismo. “Ser mujer latina en la industria de la música no es fácil. Tienes que trabajar más que el resto y ponerte seria, hay muchos aprovechados que sólo quieren tener sexo contigo. Las mujeres tenemos que estar pendientes de eso porque tenemos algo que los hombres quieren. Pero yo no soy el símbolo de nadie, tan sólo me considero una artista”, declara.

En su discurso son muy importantes palabras como “libertad”, “amor”, “muerte” y “orígenes”. No olvida de dónde viene y en vídeos como Ridin Round recuerda el lugar donde creció en Colombia: el municipio de Dosquebradas en el departamento de Risaralda. Las montañas andinas, una familia tradicional, los trapicheos en la calle, los jóvenes con motos trucadas, la ropa provocativa, la rebeldía adolescente, las barriadas humildes…

Ha sido comparada con Lana Del Rey y Amy Winehouse y es cierto que comparte esa estética retro y cierta sensualidad extraña a lo David Lynch. Pero ella es diferente y explota esa rareza. “No me gustan las etiquetas, mi objetivo es no imitar al resto de artistas y no repetirme nunca”, asegura.

Por el momento lo ha conseguido: en apenas unos años ha pasado del bubblegum pop (los tonos coloridos y con estribillo fácil) al R&B nsensual y vintage, la electrónica tropical, el hip hop experimental y ritmos dispersos como soul, reggaetón, doo wop, calypso… A ella le gusta el término “soul wop” para referirse a su sonido.

Un momento importante para ‘La Única’ (así también se hace llamar) fue cuando el rapero californiano Tyler, The Creator la contactó para colaborar juntos. “Me escribió por Twitter y me dijo: ‘Oye, eres muy chévere, muy bacana, me gustan tus canciones. Sólo necesitas decirme cuándo vas a venir a Los Ángeles y nos vemos en el estudio’. Yo le contesté: ‘Bueno, ya voy’. No sabía cómo era un estudio de grabación, fue muy fuerte, mi primera vez”.

Tyler colabora en After The Storm, uno de los singles de Isolation (Universal, 2018), su debut de larga duración. También participan Kevin Parker (Tame Impala), BadBadNotGood, Thundercat y el colombiano Reykon, una de las nuevas estrellas del reggaetón con base en Medellín. Damon Albarn canta en uno de los mejores cortes del disco, In My Dreams, una canción de pop moderno donde Kali Uchis muestra su versatilidad.

Ahora vive en Los Ángeles y ha conseguido hacerse un hueco en la nueva escena del hip hop estadounidense. Es amiga de raperos de su generación como A$AP Rocky y Earl Sweathsirt y ha trabajado con Diplo, con el cantante de R&B Miguel y aparece en el último disco del colombiano Juanes en la canción El ratico.

Dice que se siente “muy solita” en California, donde vive con su novio y su gato (“esa es mi única familia allá, el resto está en Colombia”), pero reconoce su ambición: ser todavía más grande. “Un artista de verdad nunca está satisfecho porque siempre quiere hacer algo más y mejor que lo de antes. Mi sueño es escuchar un álbum mío y pensar que ya puedo morir feliz porque he logrado dejar un reflejo en el mundo de lo que en verdad soy yo”.

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